viernes, 9 de noviembre de 2012

Antonio Carvajal, premio Nacional de Poesía

Antonio Carvajal (Albolote, 1943), es doctor en Filología Románica y miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada. Perteneciente a la denominada Generación del 70, cuenta en su haber con el Premio Andalucía de la Crítica, el Premio de la Crítica de Poesía en castellano, Premio Villa de Madrid y Francisco de Quevedo de Poesía. Actualmente, está considerado como uno de los grandes nombres de la actual poesía española contempoánea y autor de una caudalosa obra poética en la que destacan obras como Tigres en el jardín (1968), Serenata y navaja(1973), Después que me miraste (1984), Los pasos evocados (2004) yPequeña patria huida (2011)..
Galardonado con el Premio Nacional de Poesía, este granadino hay sentimientos que expresa como nadie, o, quizá, es un percepción influenciada por cada particular estado de ánimo, pero... para eso es la poesía... ¿o no?,  He aquí un ejemplo:



Dame, dame la noche
Dame, dame la noche del desnudo
para hundir mi mejilla en ese valle,
para que el corazón no salte, y calle:
hazme entregado, reposado y mudo.

Dame, dame la aurora, rompe el nudo
con que ligué mis rosas a tu talle,
para que el corazón salte y estalle:
hazme violento, bullidor y rudo.

Dame, dame la siesta de tu boca,
dame la tarde de tu piel, tu pelo:
sé lecho, sé volcán, sé desvarío.

Que toda plenitud me sepa a poca,
como a la estrella es poco todo el cielo,
como la mar es poca para el río. 


Pasión

Con estos mismos labios que ha de comer la tierra,
te beso limpiamente los mínimos cabellos
que hacen anillos de ébano, minúsculos y bellos,
en tu cuello, lo mismo que el pinar en la sierra.  
Te muerdo con los dientes, te hiero en esta guerra
de amor en que enloquezco. Sangras. Y pongo sellos
a las heridas tibias, con besos, besos....Ellos
que han de quedar comidos, mordidos por la tierra.
Tal ímpetu me come las entrañas, que  sorbo
tu carne palmo a palmo, cerco de llama el sexo,
te devoro a caricias, y a besos, y a mordiscos.
Ni la muerte, ni el ansia, ni el tiempo son estorbo.
El abrazo es lo mismo si cóncavo o convexo,
y yo soy un cordero que trisca en tus apriscos. 

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