lunes, 2 de enero de 2012

EN UN RINCÓN DE MI CORAZÓN



EN UN RINCóN




A principio del invierno, cuando todo es frío, tardes cortas, tardes tristes, donde las mañanas brillan con sus gotas de rocío en cada brizna de hierba, a veces, en un rincón donde llegan los rayos de sol filtrados a través de esas nubes con formas y caprichos que son mis sueños, una flor solitaria y bella espera la llegada de la tardía primavera. Se le hace larga la espera pero sabe que esa bendita estación llena de color, alegría, tardes suaves y soleadas, existe. Solo es cuestión de tiempo. Sin embargo, este año, algo que no esperaba sucedió. 

El viento, como un ciclón,  agitado por la corriente de aire cálido de aquella soleada mañana, llevó hasta su lado un pequeño regalo, que haría más soportable la espera. Un cuaderno de hojas blancas escritas pensando en ella. Cada página era un beso, cada palabra un deseo, cada dibujo olía a flor, a tinta de amor. Así, día a día, cuando el aire movía las hojas, cuando descubría su corazón latiendo, un abrazo de manos de seda... un brillo de labios,  de ojos,  un escalofrío ..ella dejaba caer un pétalo que atrapado entre dos paginas se fundía como un beso. Poco a poco,  fue perdiendo sus pétalos... poco a poco fue acabando el invierno. 

Esa primavera, en un rincón escondido, alguien encontró una flor. Tenía los pétalos fucsia, y algunos negros, olían a tinta de melocotón, de frambuesa, de cereza madura. En el reverso de sus hojas, en cada una de ellas, se fijó en algo insólito, acercó su lupa y miró detenidamente.

Guardó cada pétalo entre las hojas en blanco de su cuaderno. Cada noche transcribía lo que en cada uno ponía. Así, fue escribiendo el libro blanco de su vida,  mientras... su corazón enamorado crecía y crecía...

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