domingo, 28 de agosto de 2011

La Reina de Thule, un relato de Mario Sender.

Uno de los recuerdos más profundos de la infancia tiene que ver con la lectura. Comía y leía al mismo tiempo. Mi madre me regañaba. Debía tener 6 ó 7 años. Mi capacidad para el estudio con aquella edad me permitía dedicar mucho tiempo a ello. Con cuatro años podía leer cosas sencillas. Incluso antes de ir al colegio. Me encantaban los comics, entonces les llamábamos tebeos. Palabra derivada del famoso comic TBO. 


Fueron mis primeras fantasías. Era un niño tímido, con pocos amigos pero buenos. Físicamente débil pero sano. Excepto por una extraña enfermedad nerviosa que me provocaba una especie de convulsiones que podía presentir y predecir, pero no consigo recordar. Me extrajeron mucha sangre, creo que por eso no me gustan los vampiros, y odio las agujas. Aún tengo las marcas en mi cuerpo. Nunca fue diagnosticado y tal como llegó se fue. 


Sigrid de Thule
La lectura me saco de mi pequeño pueblo y me llevó a países lejanos. Mis personajes favoritos eran El Capitán Trueno y El Jabato. Aún podría dibujar de memoria a mi novia de entonces: Sigrid de Thule, compartida con el Capitán Trueno claro. Rubia, guapa, con el pelo largo y su vestido marcando su figura ante mis desorbitados ojos.

 Hace poco, muchos años después, una maravillosa mujer me la recuerda cada día. Creo que no se parece en nada a ella. 


Es morena, pelo corto y negro, pero de la misma forma me transporta a un nuevo mundo. Es, como Sigrid, una Reina. Creo que a vuelto a buscarme después de tantos años... para mostrarme lo que había perdido y volver a salir de nuestro pequeño pueblo, para viajar juntos por nuestro mundo. 


Ella no es la Reina de Thule. Es la Reina de mi corazón.


A veces, con el transcurrir de los años, nuestro corazón se endurece y olvidamos esos sentimientos originales; entonces solo hay que romper la costra formada. Busca el instrumento preciso y verás como igual que en un coco, dentro, aun conserva la frescura que te faltaba.

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