CULTURA Y VIDA EN FUCSIA: PARIS... un sentimiento.

Ayer, viendo Ratatuille, decidí escribir sobre París. Durante años los franceses no despertaron mis simpatías. Siguen sin hacerlo. Cuando viajaba por Europa, evitaba, incluso, las escalas en Francia. Pero un día tuve ir a París. Entonces me enamoró. Dice una amiga mía que es una ciudad para amantes. Para enamorados.
Creo que tiene razón. Sus museos: El Louvre, Orsay, Picasso, y tantos otros.
Pasear junto al Sena, subir a Sacre Cure, Montmartre, Montparnasse, Le Marais (el barrio judío), los Campos Elíseos, o cualquiera de sus innumerables rincones, con el corazón y el alma llenos de deseo, de sentimientos, hace que todo sea diferente. He estado varias veces, pero, nunca he paseado por París como lo hago, a veces, ahora mismo, junto a esa persona tan especial que he tenido la suerte de encontrar. Recorrer esta bella ciudad de su mano, a su lado; riendo, escuchando, disfrutando de cada jardín, cada edificio, del sol, de la lluvia, del perfume de su ambiente, del suyo propio... ummm confirma que es una ciudad para amantes. Pasear por el bosque de Bolonia, sentarnos en la ribera del Sena, visitar sus museos, comentar las maravillosas pinturas de esos impresionistas que tanto le gustan, me hacen ver la luz en sus ojos y el placer en su cuerpo. Disfrutar de la cocina en cualquier pequeño Bistro escondido, furtivos, encadenados por esa pasión prohibida. Nunca las estrellas brillaron más. París no es una ciudad. París es un sentimiento. Por eso he de volver. ¿Cuando?... Siempre. Tengo mucha suerte. Mi imaginación es capaz de volar y vivirlo de una forma tan real... que ha veces me sorprende. Quizás no sea imaginación. Es real. Algún otro día hablaremos de ésto, de sentimientos.

Os dejo unas imágenes de algunos de los infinitos lugares que encontrareis en París:

Museo del Louvre, Pirámide de acceso.

Río Sena, vista nocturna.

Arco de la Defensa. Como curiosidad debéis saber que por su tamaño, la Catedral de Notre Dame, cabe dentro de su arco. Esta alineado con el Arco del Triunfo. Con prismáticos, desde los Campos Elíseos, a través del Arco, puede observarse. Tiene una pequeña desviación en su alineación, en varios kilómetros.