Cada minuto son cien vueltas sobre la esfera blanca
el tiempo se vuelve relativo, denso
suspendido del tic-tac del corazón acelerando.
La distancia es solo un espacio
entre besos y caricias
muchos tic-tac, muchos minutos de cien vueltas
separan tus labios de los míos
un secreto, tengo un secreto que mide a voluntad el tiempo:
Dos agujas de un reloj unidas en el centro,
en cada vuelta...un solo minuto...
unidas en un beso.
Quizás sea un reloj antiguo, un preciado tesoro,
un regalo fuera de hora... que para poder besarte
no debo olvidar darle cuerda cada día...
en cada vuelta...un solo minuto unidos en un beso
Mario Sender
He aquí un precioso poema de Mario Benedetti y una maravillosa película: El lado oscuro del corazón, para disfrutar de una tarde con la aguja chica del reloj, cien vueltas y cien besos...
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
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